El miércoles no es un día cualquiera; al menos no en Ribadesella. Curiosear y comprar, pasear y departir, estas son las acciones que dominan un mercado callejero que se celebra todos los miércoles del año desde hace siglos. Este singular zoco donde es posible proveerse de todo lo esencial y darse también algún capricho extraordinario, alterna puestos de productos autóctonos con puestos de ropa al uso, antigüedades, utensilios, libros, música, flores, calzado, segunda mano…
En materia gastronómica, quizás la dominante, los pequeños productores de la comarca ofrecen al público legumbres, verduras y hortalizas de exclusiva «producción ecológica», frutas de temporada, huevos de casa, frutos secos, quesos del Oriente de Asturias, embutidos selectos de la zona, harina, panes y dulces de elaboración artesana. La villa se vuelve policromática, con mil y un colores, pero también con un amplio espectro de olores y sabores. Los usuarios del mercado buscan, en todo caso, productos de calidad sin aditivos ni conservantes. Muchos de ellos son clientela fija a lo largo del año.
Los compradores emplean la técnica del regateo para lograr un buen precio en determinados artículos y los vendedores, dejándose la garganta en el empeño, vocean a pleno pulmón para cantar los precios del día y evitar que los transeuntes pasen de largo. En la Plaza Nueva, en las calles adyacentes y en la Plaza de la Iglesia todo queda dispuesto para este juego persuasivo de compra-venta.
Es precisamente frente a la Parroquia, la que antaño llamaban Plaza Vieja, donde se concentraban antiguamente los puestos. Fue un espacio habilitado para asambleas vecinales y para el mercado al aire libre desde el siglo XIII. Aprovechando el enorme auge del puerto local a comienzos del siglo XX, la actividad mercantil se desata en Ribadesella principalmente con la exportación de la producción comarcal a plazas del Reino Unido (en 1910, en el puerto de Ribadesella se facturaron cerca de 60.000 toneladas de mineral de hierro; unas 5.000 de manganeso; más de mil de avellanas, 116 de castañas, 43 de manzanas y algo más de 200.00 litros de sidra). Con este tráfico de mercancías no es de extrañar que, durante la primera mitad del siglo XX, la plaza comercial de Ribadesella fuese una de las más importantes del norte de España. A sus mercados semanales -miércoles y domingos- acudían gentes de diversas comarcas asturleonesas y palentinas para vender o comprar géneros del ramo de los ultramarinos y tejidos de varias clases.
Los murales de la iglesia de Ribadesella
La iglesia parroquial de Ribadesella alberga un tesoro contemporáneo, la obra monumental de tres artistas…
Quizás sea el peso de la historia local la que hace que pasear por el mercado de Ribadesella no sea hacerlo por cualquier tipo de mercadillo; más bien por uno especialmente atractivo, animado y populoso.
Texto: © Ramón Molleda para ribadesella.com