En el primer vídeo de arriba puedes comprobar el gran ambiente que hubo en el Sella 2022, tras dos años de suspensión por la pandemia. Con mucha juerga, un desfile multitudinario en Arriondas y una gran carrera de piraguas y selleros.
Descenso del Sella en canoa
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La Fiesta deportiva de las Piraguas
Todo comenzó en 1929 con una excursión en piragua de Dionisio de la Huerta y un amigo suyo por el río Piloña, afluente del Sella. En el verano de 1930, con un compañero más bajaron el Sella desde Arriondas a Ribadesella sin pretensiones competitivas, más bien contemplativas y placenteras. La excursión se fue repitiendo año tras año, y comenzaron a disputarse los primeros puestos, a mejorar las marcas y a ser jaleados por sus amigos desde la carretera. Dionisio no quería competir, sino rendir tributo al río, y gracias a su postura aquello no se convirtió en una simple carrera.
Más de cincuenta años después de los orígenes de la competición, y después de que la prueba se consolidase a todos los niveles, una pareja de australianos J. Jacoby-Ramon Andersson, en 1988, dejaban una huella imborrable, un récord que llevaba camino de ser imbatido: una hora, seis minutos y treinta y seis segundos en completar los 17 kilómetros que separan Arriondas de Ribadesella (el tramo más caudaloso de un río extraordinariamente bello, con un curso natural de sesenta kilómetros de esplendorosa naturaleza). Pero en el año 2009 Julio Martínez ratificó su reinado con su undécimo triunfo en K-2, junto al palista asturiano Miguel Fernández Castañón, estableciendo un nuevo récord de la prueba con un tiempo de 1 hora, 1 minuto y 14 segundos.
El Sella persiste inconscientemente en la celebración colectiva, y en pleno jolgorio popular suele olvidarse que es él el principal protagonista del evento. Nace en la Majada de Pozúa, en el Valle de Sajambre, en los Picos de Europa, y recorre el concejo de Cangas de Onís, Arriondas y Ribadesella, donde desemboca a todos los efectos, con piraguas y masa humana incluida.
La fiesta que acompaña al río comienza a primeras horas de la mañana, cuando salen hacia Arriondas los trenes fluviales desde Ribadesella y Oviedo abarrotados de gente para ver la salida. A las once comienza por las calles de esta localidad uno de los momentos más atractivos de la jornada, un desfile multitudinario y rozando lo carnavalesco de selleros con mil abalorios, caminando o a bordo de todo tipo de artilugios rodantes que pretenden seguir la carrera hasta Ribadesella por la carretera general paralela al río.
Poco antes de las doce del mediodía, los piragüistas esperan impacientes. Tras los versos rituales «Guarde el público silencio, y escuche nuestra palabra….» que leyó Dionisio de la Huerta hasta su fallecimiento en 1995; a las doce en punto se ordena la salida.
El ambiente se electriza al instante, a la vez que más de mil piraguas se lanzan juntas al río. A partir de ahí ocurre de todo, muchos palistas van al agua en su precipitación, se rompen piraguas y remos. Unos quedan atrapados en su mala fortuna y unos pocos se ponen en cabeza, saliendo airosos de un cardiaco pistoletazo de salida. El Sella, a medio camino, suele ser cosa de dos embarcaciones, tres, cuatro, cinco o seis, nunca más. Muchos ya han quedado atrás, y ahora favoritos o afortunados se encuentran de repente peleando entre sí, contra sus propias fuerzas y la fortuna. Cuando alguien comienza a sacar unos metros de ventaja ya hay poco que hacer a no ser que en su camino se interponga el infortunio. Numerosos Sellas se han disputado hasta los últimos metros, bajo el mismo puente de meta de Ribadesella, y se han ganado Sellas por apenas un palmo de ventaja.
El Sella del año 2004 pasará a la historia pues la K2 formada por Julio Marínez (11 veces campeón del Sella) y Emilio Merchán, derrotaron a sus adversarios corriendo por un tramo del río, la Isla de la Boticaria, a poco metros de la llegada, abriendo nuevas posibilidades deportivas a la prueba.
En los últimos años, Walter Bouzán toma el relevo de Julio Martínez ganando 9 Sellas, 7 de ellos en K2 y de forma consecutiva junto a su compañero Álvaro Fiuza.
En categoría femenina, el récord absoluto lo ostenta la palentina Mara Santos, quien ha vencido en veintidós ediciones del descenso.
En la línea de meta siempre se aguarda con expectación. La megafonía avisa de que viene destacados los ingleses o los sudafricanos, o que hay lucha cerrada entre los portugueses y los asturianos…
Cuando todo concluye, siguiendo también la tradición inaugurada por Dionisio y por los pioneros del Sella, los piragüistas y los romeros se desplazan en masa por tren o carretera hasta los Campos de Ova, a tres kilómetros de la villa riosellana, donde se celebra una multitudinaria comida campestre, se duerme la siesta bajo los chopos, se contempla a los grupos folklóricos, se baila un poco y se les entregan los trofeos a los campeones de todas las categorías.
Pero aún hay otro Sella más en esta camaleónica fiesta, el Sella que se desborda viernes y sábado noche en Ribadesella y Arriondas, y que todos los años bate, al igual que la prueba deportiva, todos los pronósticos en número y entrega.
La Fiesta de las Piraguas
El Sella nocturno es una carrera muy dura, en la que más de 100.000 «bailistas» tratan de sincronizar su esfuerzo para poder llegar al día siguiente sin haber dejado de bailar ni un solo momento.
Las dos villas se inundan de vidas, a modo de Venecias cantábricas, llenas de canales humanos por los que circulan las pasiones. Los deportistas de la noche forman remolinos humanos en el entorno del casco urbano, y a muchos, a la mayoría, parece no pasarles factura horas y horas de seguimiento sellero.
Según avanza la noche, por contagio, se atraviesan momentos de pájara colectiva, pero allí están los «disc-jockeys» en su labor de timoneles, para que la gran nave siga el curso de su propio entusiasmo: «¡Remen, Remen!». Río abajo, hasta el amanecer. El Sella nocturno es una galera gigante, flotando en un escenario inmenso al aire libre, en ella se ponen a prueba los músculos y la vitalidad. Y en la gran discoteca, mezclados con su público, pueden verse todo tipo de esculturales palistas de ambos sexos.
Alguien dijo en una ocasión que la esencia social del «sellismo» es una especie de atmósfera singular, difícil de describir porque está todo en el ambiente de epopeya que se vive. Llega a sentirse que cualquier cosa puede pasar; es el principio de la entropía, una espiral de emociones donde se puede conocer a cantidad de gente por cualquier razón y sin excusas convencionales.
Descenso del Sella
Agua, naturaleza, diversión y deporte para todos: niños, adultos y mascotas. El Sella es una…
Texto: © Ramón Molleda para ribadesella.com