Bajamos por un camino empinado a los acantilados de Tereñes y nos topamos con rocas mil, grandes y pequeñas, por las que se transita torpemente. Una vez abajo caminamos hacia nuestra derecha, hacia la vertiente oriental del pedrero. La mayor concentración de huellas halladas aquí se localizan sobre una roca plana e inclinada como es costumbre en estos casos. La primera cata científica de estas huellas concluyó con «dinoturbación», es decir, una masa de huellas arbitrarias, por efecto de una cita masiva de dinosaurios de toda condición, en el mismo sitio. Sin embargo, desde hace poco tiempo se ha cambiado de teoría. Y es que si se analiza la longitud del paso, el tamaño de las mismas, y la orientación respecto a un eje, se descubre, sorprendentemente (y este es un hallazgo de gran relevancia en la Europa continental de los dinosaurios), que los rastros son paralelos entre sí, con una simetría pasmosa que nos dice que aquellos «monstruos» caminaban en manada por aquel lugar, dando un paseo sin prisa y sacando a relucir su comportamiento gregario. En su mayoría las huellas corresponden a bípedos herbíboros, si bien choca apreciar cómo en lo más alto de la roca otro rastro diferente avanza perpendicularmente hacia las primeras. Tienen más afilados los dedos, se trata de bípedos carnívoros, los que comúnmente se tragaban a los primeros. Las huellas proliferan por doquier. Además de las clásicas depresiones sobre las rocas, están también los «contramoldes», muy abundantes. Se trata de huellas evidentes que se manifiestan hacia arriba, por efecto de una sedimentación posterior en el tiempo que las fue cubriendo. En su visita a este litoral irán advirtiendo la abundancia de muescas oscuras y diminutas ennegrecidas por el fosfato, puntos negros de la piel de la roca. Pues bien, no son cualquier cosa. Todas tienen un pasado, se trata fundamentalmente de escamas de pez jurásico y fósiles de vegetales marinos y terrestres. Pero hay más descubrimientos, también está la propia tierra, el suelo y subsuelo jurásico que aflora en el pedral con grietas de desecación y caudales inmortalizados en el suelo actual, roto y disperso. Su dura composición ha servido también de cantera propicia para las paredes ilustres de edificaciones humanas. Se observa esto en algunas de las casas medievales de la comarca y también en un buen número de edificios de uso público, como los ayuntamientos. https://ribadesella.com/los-pedrales-de-ribadesella/
Texto: © Ramón Molleda para ribadesella.com
