La Fiesta del pez de Tereñes, en Ribadesella, es una cita sin par que consigue el punto sal idóneo en el calendario festivo de Asturias. Fiesta y gastronomía unidos en su esencia más primitiva y genuina. En el pedral de Tereñes todo es comer y pescar para comer, y beber y cantar. Un centenar de hombres se lanza a las rocas armado de aparejos un tanto desfasados y clasiquísimas cañas de bambú como las empleadas antaño. La intención es hacerse con la mayor cantidad posible de piezas a la manera más tradicional posible para poder después disfrutar en una espectacular comilona. Todo comenzó hace muchos años. Lo explica uno de los fundadores del festejo, Francisco Blanco, de 71 años, conocido popularmente como Pachu: «Unos cuantos pensamos en ir a pescar y llevar a los guajes a pasar el día. Fue tal la aceptación que decidimos crear la «Fiesta del Pez». Antes había trofeos para el que pescase el mejor ejemplar y para el que pescase más. Pero como había piques y esto no es una competición, se suprimió».
Los sencillos aparejos recogen a lo largo de la mañana más de mil ejemplares. El cebo es también sencillo: oricios machacados, o gusanos de Xagorra que abren el apetito del pez, y éste, a su vez, abrirá el apetito a los comensales allí reunidos. Gobitos, xulias y xaragos son las especies marinas que más abundan en los fogones, que, con mano diestra, controla Ramón Costoya, el cocinero de la «Fiesta del Pez», más conocido como Monchu el de La Felguera. Lleva más de treinta y cinco años cocinando sobre estos improvisados fogones de roca. Su receta tiene pocos secretos y unas normas básicas que nunca fallan: «Peces bien lavados en agua de mar, aceite muy caliente, sal y un poco de pan frito, así de simple», explica mientras trajina con sus utensilios de cocina, que le trajeron en un tractor (décadas atrás en burro) una hora antes de comenzar el banquete. Acto seguido, con el pez listo para ser devorado, la gran bota de vino corre de mano en mano entre todos los pescadores.
Termina la jornada con un retrato multitudinario y una pausada subida al pueblo de Tereñes. En la senda que asciende por el acantilado se hacen varias paradas obligadas para el avituallamiento con la bota de vino. Una vez arriba, la fiesta continúa hasta altas horas de la madrugada.
Costa jurásica
En la costa oriental de Asturias cada día que pasa aparecen más fósiles y huellas de una fértil…
Texto: © Ramón Molleda para ribadesella.com